La duda no es un estado demasiado cómodo, pero la certeza es un estado estúpido” (Voltaire).
Una de las curiosidades más intrigantes, de la mente, es la capacidad para generar excusas ante cualquier situación. Lo intrigante es que estas excusas son tan sutiles que se clavan en el inconsciente sin que nos demos cuenta… mejor hacerlo mañana, mejor empezar por lo fácil, mejor cambiar de enfoque… cualquier excusa es buena para cambiar nuestro rumbo.
Sin embargo si realmente deseas tener éxito y ser feliz entonces debes ser muy bueno en lo que haces y evitar todas estas trampas. Debes convertirte en uno de los mejores en tu campo y, a continuación, dedicar todas tus energías para hacer un trabajo de calidad.
El problema es que cuando llegamos a un nivel, de desempeño, aceptable tendemos a acomodarnos, tendemos a sentirnos seguros y eso es el comienzo del letargo…
Por contraposición también podríamos hablar de la indecisión:
Cuentan que un hombre estaba sentado en el comedor de su casa; a su izquierda había un vaso de agua y a su derecha un plato de alimento. Inseguro de si era hambre o sed lo que padecía, dudaba entre tomar la comida o beber el agua. Y persistiendo la incertidumbre murió sin probar el alimento ni saciar la sed.
Tanto la seguridad como la indecisión son dañinas y perniciosas para nuestro éxito y deberíamos tenerlas muy en cuenta. Pero si queremos que la competencia forme parte de lo que haces entonces debe partir de algo en lo que realmente sientas pasión, algo que te obligue a seguir trabajando solo por gusto y que te permita seguir mejorando. Por ello si conseguimos que el desempeño sea intrínseco tenemos gran parte de nuestro éxito asegurado.
No Responses