Fruto de esa envidia sana -o no tanto a veces, sólo a veces- surgen preguntas sin respuesta como:
¿Por qué hay personas que parecen tener «una flor en el culo«, a las que todo les sale bien, mientras el común de los mortales apenas llegamos a finalizar «contentos» nuestras jornada laboral?
Dar una respuesta única sería erróneo ya que «éxito» puede significar algo muy distinto para cada uno de nosotros y la forma de conseguirlo, o de medirlo, incluso difiere mucho más…
¿Por qué no somos verdaderos profesionales?
La diferencia entre estos afortunados y el común de los mortales podría residir en la diferencia entre un verdadero profesional y un amateur. ¿Por qué? Pues por motivos como:
- Los aficionados se detienen cuando logran algo. Los profesionales entienden que el eso sólo es el principio.
- Los aficionados tienen un objetivo. Los profesionales tienen un proceso.
- Los aficionados piensan que son buenos en todo. Los profesionales entienden sus círculos de competencia.
- Los aficionados ven la retroalimentación y el coaching como alguien que los critica como una persona. Los profesionales saben que tienen puntos débiles y buscan críticas reflexivas.
- Los aficionados valoran el rendimiento aislado. Los profesionales valoran la consistencia.
- Los aficionados se rinden con las primeras señales de error y asumen que es un fracaso. Los profesionales ven el fracaso como parte del camino hacia el crecimiento y la maestría.
- Los aficionados no tienen ni idea de lo que mejora las probabilidades de lograr buenos resultados. Los profesionales lo hacen.
- Los aficionados muestran sus trabajos para divertirse. Los profesionales se dan cuenta de que lo que ocurre en la práctica ocurre en los juegos.
- Los aficionados se centran en identificar sus debilidades y mejorarlas. Los profesionales se enfocan en sus fortalezas y en encontrar personas que son fuertes donde ellos son débiles.
- Los aficionados piensan que el conocimiento es poder. Los profesionales transmiten sabiduría y consejos por que así profundizan y consolidan su conocimiento.
- Los aficionados se centran en tener razón. Los profesionales se enfocan en obtener el mejor resultado.
- Los aficionados se centran en encontrar la forma de hacer las cosas bien. Los profesionales se centran en encontrar donde se van a equivocar cuando creen haber encontrado la forma correcta de hacer las cosas.
- Los aficionados piensan que los buenos resultados son el resultado de su brillantez. Los profesionales entienden cuando los resultados son resultado de la suerte.
- Los aficionados se centran en el corto plazo. Los profesionales se centran en el largo plazo.
- Los aficionados se enfocan en vencer a otras personas. Los profesionales se enfocan en hacer que todos mejoren.
- Los aficionados toman decisiones en los comités para que no haya nadie responsable si las cosas van mal. Los profesionales toman decisiones como individuos y aceptan la responsabilidad.
- Los aficionados culpan a otros. Los profesionales aceptan la responsabilidad.
- Los aficionados se presentan de forma inconsistente. Los profesionales se presentan todos los días.
- Los aficionados van más rápido. Los profesionales van más allá.
- Los aficionados trabajan con la primera idea que les viene a la cabeza. Los profesionales se dan cuenta de que la primera idea rara vez es la mejor idea.
- Los aficionados piensan en maneras que no pueden ser invalidadas. Los profesionales no.
- Los aficionados piensan de forma absoluta. Los profesionales piensan de forma probabilística.
Reducir todas las diferencias a una pequeña lista de 22 es algo imposible, hay muchísimas más, pero si quisiéramos simplificar podríamos decir que las mayores diferencias son fruto de dos cosas: miedo y realidad.
Respecto a la realidad los aficionados creen que el mundo debería funcionar como ellos quieren y los profesionales son conscientes que tienen que trabajar con el mundo tal y como lo encuentran.
En el caso del miedo los aficionados, sin ser conscientes muchas veces, tienen miedo de ser vulnerables y honestos consigo mismos. Los profesionales sienten que son capaces de manejar casi cualquier cosa.
Y, después de todo este razonamiento, sinceramente, ¿cuándo actúas como un profesional y cuándo como un aficionado?